Com ho sentiu, la Ire em va encolomar la difícil tasca d'escriure una carta d'amor per a un concurs. Bé, l'Aleix també es va engrescar no sé si gràcies a l'Irene o a l'inrevès, el cas és que l'ordre dels factors no altera els productes.
Mai m'hauria pensat que algú pogués crear un concurs per això, ni si sabria posar-li un preu. Premiar cartes d'amor sona raro perquè el valor que poden condensar només el sap el que l'escriu, i no pas un jurat que s'ha passat hores llegint blederies romàntiques que a l'hora de la veritat, només són paraules. Recordo un dia que vaig tenir una discussió sobre l'amor, -qui no n'ha tingut-, sobre això que diuen els més romàntics sobre "morir per algú" d'amor, o la famosa cançó d'Amaral, tant adoctrinadora, de "Sin tí no soy nada". No dic que no s'hagin donat casos extrems en què s'hagi donat la vida per amor a una persona, i depres de cavall, arribades a punts de bogeria tals com el suicidi, a causa de l'aniquilació total de la pròpia autoestima. No dic que potser això no em pugui passar a mi, mai se sap, però no és, o no hauria de ser l'habitual.
És per això que vaig decidir no escriure una carta així...no crec que sigui una bona carta, sincerament, però em va servir d'entrenament, de preescalfament per escriure més d'ara en endavant. No sé si he aconseguit l'efecte que buscava, sincerament però almenys ho he intentat. I sabent, d'una hora lluny, que la carta no guanyarà ni mitja pesseta de les antigues, l'afegeixo, perquè si teniu ganes d'una mica de cursileria, la llegiu, i sigueu molt benèvols amb ella, que pobreta, per ser una carta d'amor, necessita molt carinyu.
Per acabar dir que m'ha agradat molt fer algo així amb l'Irene i l'Aleix...ha sigut com un projecte, una mica estrambòtic, en el qual ens hem donat suport. Ho sento, les cartes d'amor em fan més tova del que solc ser normalment.
Per acabar dir que m'ha agradat molt fer algo així amb l'Irene i l'Aleix...ha sigut com un projecte, una mica estrambòtic, en el qual ens hem donat suport. Ho sento, les cartes d'amor em fan més tova del que solc ser normalment.
Cuando descubrí que existías, pasé la noche en vela esperándote sin ninguna seguridad de que vendrías. Quería conocerte antes de que la razón se interpusiera en mi camino. Desconozco por completo lo que hizo que tú y yo no pudiéramos vernos aquella noche, ni ninguna otra. Aún hoy, dos años más tarde, creo estar completamente enamorado de ti, con todos los tópicos y bobadas que eso conlleva. Escuché tu voz aterciopelada por primera vez en una balada de una cantante americana, de cuyo nombre no puedo acordarme. Había algo en ella que me hizo recordar a la increíble y mágica Mary Poppins, esa hada que todos quisiéramos haber tenido como niñera alguna vez. Aquella noche empecé a escribir en una libreta sobre ella, sin saber muy bien por qué. Por una noche, volví a creer en las hadas y perdí las horas mirando las estrellas, esperando que algo grande ocurriera, esperándote. Primero quise auto-analizarme pero después me di cuenta de que prefería dejar que me invadiera ese sensación reconfortante que desconocía al coger el lápiz y rasgar sobre el papel. Había algo en ello que hacía que mi corazón temblara, algo mágico que me hacía sentir muy bien.
Quisiera llenar estas páginas de romanticismo desbocado pero sé que no habrá nada que no te haya dicho ningún otro admirador, ya conoces tu potencial y el furor que causas en jóvenes cómo yo, con las hormonas tan alteradas. ¿Cuántas cartas como ésta habrás recibido ya? Espero que no te asusten estos arrebatos desenfrenados de sinceridad y locura. ¿Cuántas habrán caído en la cursilería más despampanante? Aún así, no puedo reprimir el impulso de llenar de amor estas palabras.
Sin haberte visto, ni tan sólo un momento, sé lo bella puedes llegar a ser. !Qué doloroso saber que quieres a alguien sin apenas haberlo conocido! Pero hoy no te escribo para pintar con tinta tu rostro.
Hablemos de los versos que escribí aquella noche, después de saber que existías. Hablemos de cómo subí, venciendo el vértigo, al tejado y empecé a escribir sobre Mary Popins y sobre todos y cada uno de los personajes de los cuentos que conocía, de los superhéroes que me tenían hechizado, de mundos imaginarios, de reyes, brujas y tesoros. Hablemos de cómo, por primera vez me senté al lado de cada uno de estos seres imaginarios y entablé una larga y calurosa conversación sobre lo que debía decir de ellos, sobre lo que decía decir de ti. Aquella noche no dormí, ni tampoco la otra.
Estaba entusiasmado con esa fuerza que me empujaba a seguir escribiendo, bajo el latido de tú suave voz, casi inaudible, susurrando. Aguardé largas noches de aguado café e insomnio, esperando a que tú salieras a mi encuentro, aguardé tanto que perdí la noción del tiempo pero tú nunca me has querido abrir tu corazón, nunca te has desnudado ante mí, ni siquiera me has sonreído. Tan solo, he podido sentir un cosquilleo chispeante, como si estuvieras detrás de mi, muy cerca, riéndote.
A veces me pregunto si me queda algo que pueda hacer para lograr captar tu atención. ¿Cuántos ridículos rituales religiosos y esotéricos más debo hacer, a cuantas cimas debo llegar, cuántas cometas tendré que hacer volar, cuántos inagotables libros sobre ti deberé leer? En ninguna de mis inútiles plegarias, en ninguna de esas montañas, esas nubes de formas sugerentes, en ninguna de
esas páginas, he conseguido acariciar tu alma...
Primero no sabía cómo te llamabas. Había oído sobre el efecto que causabas en otros como yo pero a nadie, le era necesario nombrarte. “Lo importante no es hablar de ella, sino sentirla” -decían-.
Hasta que vi tu nombre escrito en un diccionario. ¿Cómo algo tan bello podía tener una definición tan vacía de intensidad, de entusiasmo? : “efecto de hacer que (una persona) conciba ideas literarias o artísticas”. Nada más. Una mísera e incompleta explicación de lo que puedes llegar a ser. Pero a pesar de haberte bautizado, tú seguías ausente, invisible a mis ojos.
Querida inspiración, tampoco te escribo hoy para pedirte otra vez a gritos que bailes conmigo esta noche. Agotados todos mis recursos, habiendo llenado ya páginas y páginas que no conducen a ningún sitio -relatos mediocres sobre cuánto has cambiado mi vida-, vengo a despedirme, al menos por un tiempo. Sé que no te gusta que te busquen, que prefieres ser tú la quien llames a la puerta y te presentes libremente. Pues así lo haré. Esperaré a que me encuentres como la noche que me tumbé en el tejado bajo las estrellas. Te ama incondicionalmente,
Un fiel admirador
oooh! molt bona, molt bona la carta! en serio jaja
pd: m'encanta la foto de la carbassa! On és?
M'ha agradat molt rellegir-la :) És un cop d'efecte, eh, el final? Em va sorprendre tant, la primera vegada...
La foto és de Port Aventura, Serrins!!
1petunet!